Es un procedimiento diseñado para estimular e incentivar la cicatrización y la regeneración de la piel. Se aplica directamente en el área del rostro sobre la que se quiere actuar para devolver a la piel su elasticidad, brillo y firmeza naturales. Se trata de un método indoloro y no invasivo que debe aplicarse en la dosis precisa para cada piel.
Su gran funcionalidad la convierte a su vez en la principal receptora de las agresiones, tanto internas como externas. Consta de la epidermis, la capa más externa formada por lípidos y agua, y la dermis, la capa interna que tiene entre sus principales componentes el colágeno y la elastina responsables de la elasticidad y firmeza.
Esta técnica estética consiste en emplear la energía lumínica para difuminar los efectos que el paso del tiempo y nuestro ritmo de vida tienen sobre la piel. La aparición de manchas, arrugas, ojeras y bolsas en los ojos son una de las principales preocupaciones estéticas actuales.
El sol, el frío, los agentes químicos, la predisposición genética y los hábitos de vida poco saludables (alcohol, tabaco, estrés) van erosionando la capacidad de regeneración de nuestra piel día tras día.
Para luchar contra el envejecimiento facial y estimular la renovación de la piel, surge lo que conocemos como fotorrejuvenecimiento facial.
Por medio de la aplicación de ondas de luz sobre la piel se consigue evaporar el agua de las primeras capas, dejando las membranas celulares que se eliminan posteriormente, lo que favorece la regeneración de la piel desde la capa basal.
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